jueves, 20 de abril de 2017

UNIDAD 1

UNIDAD 1- LA CULTURA POSMODERNA

LA DECADENCIA DEL PARADIGMA SIGLO XX

Algunos puntos básicos que llevaron al viejo paradigma del capitalismo industrial avanzado, del mundo bipolar y la cultura de la modernidad a su desgaste y desaparición.
Entre ellos encontramos:
1.       La crisis de la cultura de la modernidad.
2.       La crisis económica que produjo la decadencia del industrialismo, modelo industrial avanzado.
3.       La decadencia del Estado de Bienestar, lo cual significa la decadencia de la Política y el reinado de la Economía.
4.       La revolución de la tecnología de las comunicaciones, como avanzada de un profundo cambio tecnológico que sacude las estructuras productivas del modelo.
5.       La caída del bloque socialista y la posterior desaparición de la Unión Soviética.

CRISIS DE LA CULTURA MODERNA
El MARCO CULTURAL constituye la forma de vida de una sociedad y sobre ese marco se construyen los modelos económicos, las estructuras sociales y los sistemas políticos.
El marco cultural del viejo paradigma es el que tomó el nombre de Modernidad.
El pensamiento moderno hace su aparición durante el Renacimiento (siglo XV), cuando el Hombre vuelve a pensarse como centro del mundo y se aleja de los preceptos religiosos que comandaban la vida en el medioevo.
La Modernidad que nace con pensadores como MAQUIAVELO[1] y artistas como MIGUEL ANGEL[2], afirma la voluntad humana por sobre todas las cosas, quebrando el espinazo del pensamiento mítico, mágico y religioso que había prevalecido desde los inicios de la historia humana.
A partir del SIGLO XV comenzará a tomar forma un pensamiento basado en la razón humana sin intervención de factores míticos o religiosos, y esta vertiente alcanzará su concreción en los pensadores iluministas del siglo XVII-XVIII.
HOBBES[3], HUME[4], LOCKE[5], ROUSSEAU[6], entre otros, intentaban iluminar con su razón la realidad humana y comenzaron a reflexionar sobre las diversas formas que se da el hombre con su voluntad para organizarse en sociedad, construyendo el primer modelo de pensamiento político moderno: EL LIBERALISMO.
La clase en ascenso por aquel entonces, SIGLO XVIII, era la BURGUESÍA que luchaba por conseguir los privilegios de LOS NOBLES aún en el poder que estaban cuesta abajo.
Y la burguesía impulsaba un nuevo modelo económico apuntalado en la Primera Revolución Industrial: el incipiente CAPITALISMO INDUSTRIAL[7].
De tal modo el PENSAMIENTO MODERNO DEL LIBERALISMO se enlazaba íntimamente con el modelo económico capitalista a través del ESLABÓN DE LA BURGUESÍA.
Corría el SIGLO XIX cuando se produjo EL TRIUNFO final de este SECTOR BURGUÉS LIBERAL-CAPITALISTA dando forma a UNA CULTURA SÓLIDAMENTE INSTALADA EN OCCIDENTE, LA MODERNIDAD.
Esa cultura de la modernidad continuó su camino hasta mediados del SIGLO XX para juntarse con el modelo industrialista, pero paradójicamente, llega a este punto debilitado, anémico.

¿CUÁLES ERAN LOS PILARES DE LA CULTURA DE LA MODERNIDAD?

Fundamentalmente la CONFIANZA EN LA RAZÓN Y EL PROGRESO.
Confiar en la razón era suprimir toda otra pauta de comportamiento para hacer frente a los problemas. No ERA NI LA FE NI EL DESEO lo que pondría al Hombre en camino de su realización, sino la férrea VOLUNTAD DE LA RAZÓN.
EL ILUMINISMO[8] alumbraría dos teorías básicas que aspiraban a ordenar la realidad humana desde la razón. Una EL LIBERALISMO[9], otra EL MARXISMO[10], la primera tuvo su nacimiento oficial con la REVOLUCIÓN FRANCESA DE 1793, la segunda con la publicación del MANIFIESTO COMUNISTA EN 1848.
Ambas teorías, ambas ideologías, son hijas de una misma madre: LA RAZÓN y ambas doctrinas son hijas de un mismo padre: EL ILUMINISMO, y ambas doctrinas levantan LA MISMA FE: EL PROGRESO. Ambas ideologías se desarrollarán de forma paralela y pasarán a disputar el protagonismo histórico durante un siglo.
Básicamente la disputa entre liberalismo y marxismo es la disputa entre dos verdades, y ya se sabe que la razón (como la fe) solo admite una verdad.
Porque el pensamiento racional es el que da origen al pensamiento científico y el objeto de la ciencia es llegar a LA verdad, LA MODERNIDAD ES UN TIEMPO QUE ASPIRA A ALCANZAR LA VERDAD. Incluso sus doctrinas políticas, liberalismo o marxismo, se suponían ambas poseedoras de la verdad.
Y en esa disputa circuló el quehacer intelectual durante la vigencia del viejo paradigma. Así como un poder político bipolar se repartía el mundo, una bipolaridad intelectual se repartía el universo de las ideas.
En el viejo paradigma no había lugar para lo gris o lo relativo: o se estaba de un lado o se estaba del otro.
Era una verdad que EL HOMBRE SE REALIZABA POR SU TRABAJO, una verdad asumida tanto por el liberalismo como por el marxismo, y el trabajo era un verdadero credo. Y el sistema del viejo paradigma así lo reflejaba mediante su organización laboral vertical disciplinaria.
Porque esta sociedad era una SOCIEDAD DISCIPLINARIA, donde las normas establecían las funciones y roles de cada agente social, en la que existían guías, y los mapas para recorrerla eran claros y consistentes.
No había lugar en el viejo paradigma para las aventuras intelectuales personales que rompieran el molde establecido, y la vida misma, la vida diaria, también respondía a este molde disciplinario donde cada quien sabía qué era lo que tenía que hacer. Una normatividad social por todos aceptada que dejaba en claro la diferencia entre lo correcto y lo incorrecto, lo bueno y lo malo. Una normatividad social respetada como esencia de la solidez de los lazos sociales que unifican la comunidad, el Pacto Social. Una normatividad social que privilegia el interés común por encima de los intereses individuales, en la búsqueda de la totalidad.
No estamos hablando aquí de autoritarismo sino de disciplina social, una organización normativa que reparte premios y castigos.
Otra de las características que asume LA VERDAD es que resulta Universal, se trata de una forma de vida dominada por una MORAL UNIVERSAL.
La LIBERTAD es una verdad universal, la IGUALDAD es otra verdad universal. Liberalismo y marxismo disputarán sobre qué interpretan cada uno de la palabra Libertad y de la palabra Igualdad, pero ni liberalismo ni marxismo dejan de reconocer a ambos conceptos como verdades.
La modernidad no aspira a la diferencia sino a un destino común para todos, un destino de progreso, el camino de la utopía, la visión en el futuro.
Y es el PROGRESO el otro elemento ESENCIAL DENTRO DE LA CULTURA DE LA MODERNIDAD.
El Progreso se entiende como el destino ineludible que le espera a la Historia Humana, significa que la Historia del Hombre siempre sigue una línea en dirección hacia delante y hacia arriba, una flecha lanzada en diagonal hacia el cielo sería la figura exacta de lo que le espera al futuro humano, y esa palabra, Futuro, es la que se relaciona íntimamente con el Progreso, un progreso siempre fogoneado por la acción de la Razón expresada en la ciencia.
Si el Progreso es el destino ineludible del Hombre, como pensaba el viejo modelo cultural, al Hombre le espera un futuro mejor y ese futuro llegará, no como un regalo de Dios sino como consecuencia de la razón humana.
Por eso el Hombre de la modernidad proyecta, piensa en su futuro, realiza sus actos con ese objetivo, incluso resigna el presente en pos de ese futuro mejor que le espera, pospone, no se entrega al deseo.
Y en esa búsqueda de Futuro, el hombre de la modernidad rescata el Pasado como escalón esencial de la escalera del Progreso, porque para subir hacia el mañana es necesario asentarse firmemente en el escalón previó del ayer. En ese tránsito el hoy es simplemente un momento de paso.
Pero la modernidad tiene un costado rebelde y transgresor, y ese costado rebelde se observa tanto en el liberalismo como en el marxismo.
LA MODERNIDAD NO ES UNA ÉPOCA DE TRANQUILIDAD, SINO UN TIEMPO DE EFERVESCENCIA, DE LUCHA, de revolución.
Cuando la modernidad apunta al progreso para asegurar el mejor destino de la humanidad, a lo que apunta es al cambio y la transformación.
Y el ícono fundamental del cambio es LA REVOLUCIÓN.
La REVOLUCIÓN POLÍTICA es entendida POR LOS MARXISTAS como la voluntad racional de los pueblos que puede llevarlos al poder mediante LA ACCIÓN LIBERADORA DE LAS ARMAS.
La lucha armada es una realidad durante el viejo paradigma, porque la lucha armada lo que hace es resignar el presente en busca del futuro.
Pero no solo en el marxismo la palabra revolución resulta un factor esencial, sino también en el LIBERALISMO, en el que la incesante revolución de la estructura económica era desde adentro, por parte del mismo sistema capitalista.
De este modo LA IDEA DEL CAMBIO FORMA PARTE ESENCIAL DEL VIEJO PARADIGMA, pero a diferencia de la concepción del cambio que veremos adopta el modelo cultural del siglo XXI, EL CAMBIO DE LA MODERNIDAD ES SIEMPRE UN CAMBIO HACIA DELANTE, UN CAMBIO HACIA EL PROGRESO.
Lo que guía entonces la acción durante la vigencia del viejo paradigma es la razón, y este factor nos afirma la preponderancia de lo político (como aplicación de las Ideas en la organización social). La idea por delante de la realidad, incluso la idea desafiando a la realidad. Es decir, LA POLÍTICA CONSTRUYENDO LA REALIDAD.
Y esto se verifica en el Estado de Bienestar que rige al viejo paradigma del capitalismo industrial avanzado.
El Estado (la política) se encuentra por sobre los otros factores de poder, el Capital y el Trabajo, los domina y los dirige. Es la Política, son las ideas, las que rigen el mundo. En el nuevo paradigma el reinado lo pasa a ocupar el mercado económico.
Dentro de los paradigmas de análisis de la realidad del siglo XX el de la cultura de la modernidad es el que más tempranamente comenzará a desvanecerse.
Mientras LA ESTRUCTURA ECONÓMICA Y SOCIAL DEL CAPITALISMO INDUSTRIAL AVANZADO RECIÉN ENTRARÁ EN DECADENCIA A PARTIR DE LOS AÑOS 70 y EL MARCO POLÍTICO de la Guerra Fría EN LOS AÑOS 80, el ELEMENTO CULTURAL DEL VIEJO PARADIGMA ya mostrará SIGNOS DE AGOTAMIENTO A PARTIR DE LOS AÑOS 50 DEL SIGLO XX.
El modelo cultural de la modernidad entrará en crisis, y ese declive comenzará a partir de los años 50 en las artes, para acompañar un cambio sustancial de la sociedad a partir de los años 70 y 80 configurando lo que hoy se conoce como Cultura Posmoderna o Hipermoderna, o sea, la nueva cultura del siglo XXI.

LA POSMODERNIDAD: EL CONSUMO COMO CONFIGURADOR DE LA IDENTIDAD
Cae la “razón”, aparece el “deseo”, se disuelve el “Progreso” se establece el “Presente”
La modernidad en crisis, llevó al Hombre a cuestionar que la razón moderna pudiera como prometía llevar a la humanidad a su meta de progreso y felicidad.
El ídolo de la Razón y la fe en el Progreso estaban fuertemente cuestionados a mediados del siglo XX, como también la ciencia. No había pues nada sólido, todo era proceso y movimiento.
Allí donde la modernidad buscaba verdades últimas, la nueva ciencia solo ofrece posibilidades. No hay una realidad fija y cognoscible sino realidades individuales. Todos los problemas parecen anclar en las particularidades de cada individuo, aún la pobreza o la marginación. Cada persona debe ser responsable de su suerte.
Donde la modernidad veía un único sentido apuntalado por una sólida ideología, la posmodernidad comienza a ver un abanico de pensamientos, muchos juegos del lenguaje sustituyendo los grandes relatos ideológicos.
No hay ya un orden racional sino solo espontaneidad, y se desvanece el interés por la Historia pues ya no constituye una herramienta válida para construir el futuro, un futuro que pierde todo sentido frente al imponente presente.
Los tiempos se someten al presente, el futuro es una gran desilusión y el pasado una profunda frustración.
Así se cierran los caminos de la modernidad derribadas las columnas de la Razón y del Progreso, debido a que el viejo paradigma se queda pues sin su soporte cultural y el nuevo paradigma se afinca en un nuevo sustrato cultural, la posmodernidad, como bautizó Jean Francois Lyotard a esta nueva cultura.
La satisfacción del deseo aquí y ahora será la base cultural del nuevo paradigma. El resultado: una sociedad de consumidores.
No más ordenamiento disciplinado y racional, ahora espontaneidad flexible, libertad personal. No más una moral universal de valores que deben ser respetados por todos, sino libre aceptación de una multiplicidad de comportamientos basados en valores todos válidos, el reinado de la ética personal. No más progreso lineal, sostenido y en avance perpetuo, ahora un desarrollo dentro del sistema, que prevé avances y retrocesos, caídas y estancamientos. No más abordar la realidad críticamente para transformarla, ahora abordar la realidad para reconocerla y adaptarse a ella. No más ciudadanos activos en sociedades de ideales comunes, ahora una suma de consumidores en busca de la satisfacción infinita de deseos individuales persiguiendo el objetivo anhelado de la felicidad personal.
Describir la posmodernidad es también describir al Hombre que vive dentro de esta atmósfera cultural, el Hombre Posmoderno es en definitiva el habitante integrado al Nuevo Paradigma.
Robert Lifton caracteriza a la generación del siglo XXI como seres “proteicos”. Crecen en barrios cerrados, se atienden en prepagas médicas, compran on-line, acostumbran a acceder a la información, solo prestan atención unos instantes, son menos reflexivos y más espontáneos. Piensan en sí mismo como intérpretes más que como trabajadores, y quieren que se les considere antes su creatividad que su laboriosidad. Han crecido en un mundo de empleo flexible y están acostumbrados al trabajo temporal. Sus vidas están menos asentadas y son más provisionales que las de sus padres. Son más terapéuticos que ideológicos, y piensan más con imágenes que con palabras. Son menos racionales y más emotivos, consideran el centro comercial su plaza pública, ý para ellos es igual soberanía del consumidor que democracia. Pasan tanto tiempo con personajes de ficción que forman parte de su vida. Sus mundos tienen menos límites y son más fluidos ya que han crecido con el hipertexto. Tienen una percepción de la realidad más sistémica que lineal. Tiene poco interés por la Historia, pero están obsesionados con el estilo y la moda.
 Para estos nuevos hombres lo que importa es el acceso y estar desconectado es morir. En la vida posmoderna no vale el sacrificio, porque debe realizarse ahora, porque este hombre vive el presente.
En palabras de J. Rifkin, “la era posmoderna está ligada a un nuevo estadio del capitalismo basado en la mercantilización del tiempo, la cultura y la experiencia de vida; mientras que la era anterior correspondía a un estadio anterior del capitalismo, basado en la mercantilización de la tierra y de los recursos, la mano de obra humana y la fabricación de bienes”.
La cultura del siglo XXI es simultánea y atemporal, esta transformación es posible a partir de la revolución de la tecnología de la información y la comunicación que conquista nuevos límites temporales y espaciales.
La obsolescencia acelerada, el reinado de la moda, la cultura de la urgencia, la satisfacción inmediata del deseo, la presión por el consumo, la superficialidad, la imagen, la experiencia cultural, la primacía del zapping, la innovación permanente, la obsesión por el presente, la mercantilización del tiempo, son todos factores de la posmodernidad que dejan en claro la emergencia de lo efímero, donde prima lo ligero.
Ante esta realidad la personalidad del Hombre del nuevo tiempo se ajusta a ella. Si la vida es “ahora” y no vale sacrificarse por ningún pasado ni por el futuro, vale entonces solo aplicarse a la satisfacción en el presente abandonando cualquier pretensión histórica.
El hombre del siglo XXI se encuentra huérfano de cualquier arraigo, pierde identidad, se convierte en un ciudadano global.
Así como en la modernidad la Razón ocupaba el sitial de agente organizador del pensamiento y la cultura, en la posmodernidad otro concepto ocupa ese lugar, el Deseo.
Para la modernidad el Hombre se movía por cálculos racionales que se reflejaban en el “principio de realidad” como factor a seguir, para la posmodernidad, al suplantar la Razón por el Deseo, el motor de la actividad humana es el “principio del placer”.
El exceso es la norma, y como antiguamente la norma era la enemiga del exceso, hoy, cuando las normas se debilitan o se ausentan, nada es excesivo.
Donde hay Deseo ya no hay represión sino expresión y satisfacción, hay libertad(es) individual(es).
Una de las derivaciones directas de la satisfacción del Deseo es el consumo, ya que en un mundo donde lo comercial está omnipresente la casi totalidad de los deseos humanos pueden ser satisfechos por el mercado.
La aparición del marketing es una señal clara de esta realidad que revela la característica consumista del nuevo hombre posmoderno, el que dejó de lado el valor moderno de la reputación que abreva en la historia personal para abrazar el valor posmoderno de la personalidad que se manifiesta en la imagen.
El mundo de la hipermodernidad es un gran escenario donde todo se experimenta y se representa, y en ese escenario actúan el Hedonismo y el Narcisismo.
Cuando se habla de goce se hace referencia a todo tipo de expresión del Deseo, y en el nuevo siglo posmoderno la herramienta esencial es el consumo, por lo cual el Hedonismo es la satisfacción del deseo mediante el mayor placer, que siempre es conquistable a partir del consumo.
Un Hombre hedonista es un Hombre consumista. Porque además la verdadera satisfacción está en la búsqueda del deseo y no en su concreción.
Vale aquí hacer dos aclaraciones, la primera es que la belleza fundamental a la que aspira el Hombre posmoderno no solo es interna sino esencialmente exterior, coincidente con la celebración de lo externo y lo superficial y la valorización de la imagen; la segunda es que se trata de la propia belleza, lo cual revela un grado de individualismo creciente, en el que la importancia está en UNO MISMO.
El narcisismo es el detonante del culto a la juventud, junto con la idea de que solo hay un tiempo, el presente. Si la belleza primordial es la exterior para ella no hay nada más amenazante que el paso del tiempo, un tiempo que la posmodernidad se empeña en ocultar, siendo la preservación (por todos los medios) de la eterna juventud el medio adecuado para esconderlo. Por esta razón es que en la nueva cultura hipermoderna la COMUNICACIÓN es tan importante, tanto como para el viejo paradigma lo eran la física o la historia.
La Historia ya no tiene importancia para la posmodernidad ya que no se considera una referencia para comprender el presente sino una simple colección de fragmentos narrativos que pueden reciclarse, porciones de presente ubicados en el pasado, no una línea de tiempo cronológico sino una red de sucesos.
Por ello el arte posmoderno recoge un collage de estilos históricos unidos para sorprender y estimular, eclecticismo, mezcla de códigos, derrumbe del concepto de alta cultura, disolución de la frontera entre vida cotidiana y arte, donde TODO VALE.
En la posmodernidad todo es relativo, nada es definitivo, nada es bueno o malo, todo es aceptable, nada es cuestionable definitivamente. Todo valor es similar a otro, por lo tanto, todo valor se disuelve.
En nuestro tiempo todo se respeta sin afectar rangos de valor. Contra la autoridad se erige el dios de la comunicación y el diálogo del consenso.
No quedan ya las convicciones sino las identidades, y la diferencia es que las convicciones se argumentan mientras que las identidades se afirman, por lo tanto, no son materia de discusión.
El termino pos-modernidad fue puesto en análisis e incluso suplantado por el de hiper-modernidad, ambos términos se revelan como un significado en sí mismo, ya que el nuevo modelo cultural es el tiempo de lo pos y de lo hiper, ya que nuestro siglo XXI es un tiempo de excesos, de sobredimensionamiento, de superación de límites, hipertextos, hipermercados, hiperrealidades.
En ese proceso de redimensionamiento de viejos espacios y tiempos todo es válido y aceptado, no hay límites, y no los hay porque están expurgados de su espíritu vital.
Pueden traerse al presente formas de vestir que en otros tiempos causaban escozor, simplemente porque su costado cuestionador o transgresor ha sido eliminado, o convertir en un espectáculo mediático la actuación de un grupo musical que en otros tiempos hubiera sido tildado de subversivo o satánico.
Este reciclaje cultural admite entonces cualquier tipo de material, no importa cuál haya sido el espíritu histórico y social que le sustentase, porque para el pensamiento hipermoderno el pasado no es tenido en cuenta y el futuro no existe.
Es posible entonces unir elementos encontrados u otrora contradictorios porque han sido previamente vaciados de contenido, y esto se puede ver en las posiciones de los partidos políticos que en su discurso se permiten relacionar conceptos como justicia social y libertad de mercado, por ejemplo, sin que se suponga que son contradictorios (como efectivamente lo son), simplemente porque su sentido histórico ha sido eliminado y los términos vaciados de su contenido transformador, o también en las expresiones artísticas que relacionan estilos otrora diversos.
El arte se integra a los circuitos de consumo perdiendo la vieja distinción entre alta cultura y cultura popular, ya que el posmodernismo involucra a los bienes culturales como objeto de arte, cualquier cosa puede estetizarse. Mientras el diseño y la publicidad confluyen con el arte e ingresan a los museos al tiempo que el arte se masifica y se introduce en la industria.
Las palabras y las cosas son pues elementos intercambiables y con posibilidades de adicionarse al infinito sin que a nadie le llame la atención, es lo que se ha dado en llamar pastiche cultural, una sucesión de elementos a la manera de un clip de la MTV, imágenes que se suceden a la velocidad del rayo sin contexto o coherencia aparente, una mezcla incesante de elementos reciclados sin valor en sí mismos, un inmenso collage de componentes cuyo único valor es la superficie de su imagen.
Como puede verse a partir de este relato, el modelo cultural del siglo XXI es el factor fundante de las transformaciones sociales, políticas y económicas que dan forma a un nuevo paradigma de entendimiento de la realidad.

CUESTIONARIO GUIA - INTRODUCCION Y UNIDAD N°1:
1)       ¿Cuándo nace el pensamiento moderno?
2)       ¿Cuáles eran los pilares de la modernidad?
3)       Relacionar los siguientes conceptos: PROGRESO- PASADO-PRESENTE-FUTURO- HISTORIA DEL HOMBRE.
4)       ¿Qué papel juegan el pasado, el presente y el futuro en la posmodernidad?
5)       ¿Por qué la modernidad es el tiempo de alcanzar a la verdad?
6)       Armar una oración (que tenga lógica) donde aparezcan los siguientes conceptos: RAZON- DESEO-PROGRESO-PRESENTE
7)       ¿Cuáles fueron los puntos que hicieron entrar en crisis al paradigma de la modernidad?
8)       ¿Por qué se denominan a los hombres posmodernos “proteicos”?
9)       ¿Cómo impactan las nuevas tecnologías en e l tiempo y en el espacio?
10)    Menciona características del hombre posmoderno y su cultura




[1] Padre de la política moderna. Una de sus obras más importantes fue “El príncipe”. Planteaba como debía ser los modelos de Estado y el perfil psicológico del príncipe, entre otras cosas.
[2] Escultor y pintor ilaliano (1475-1564)
[3] Thomas Hobbes fue un filósofo inglés cuya obra Leviatán influyó de manera importante en el desarrollo de la filosofía política occidental
[4] David Hume afirma que todo conocimiento deriva, en última instancia, de la experiencia sensible, siendo ésta la única fuente de conocimiento y sin ella no se lograría saber alguno
[5] Padre del liberalismo clásico.  Locke sostenía que en el momento del nacimiento la mente es una tabula rasa y el conocimiento se da por la experiencia sensible.
[6] Rousseau produjo uno de los trabajos más importantes de la época de la Ilustración; a través de su Contrato Social, hizo surgir una nueva política. Esta nueva política está basada en la voluntad general, y en el pueblo como soberano. 
[7] El capitalismo industrial es una nueva fase de este sistema económico, que llega en medio de un proceso de las revoluciones políticas y tecnológicas en la segunda mitad del siglo XVIII. Con esta nueva etapa se supera el capitalismo comercial, también conocido como mercantilismo, que surgió a finales del siglo XIV


[8] El iluminismo fue un movimiento con el objetivo de crear conciencia por la propia razón, que llevaría a la confianza, libertad, dignidad, autonomía, emancipación y felicidad del hombre.
[9] El liberalismo es una doctrina filosófica con expresiones concretas en el terreno político, económico y social, cuyos pilares fundamentales son la libertad individual, la limitación del papel del Estado en la vida civil y las relaciones económicas, la protección de la propiedad privada, la igualdad ante la ley sustentada en el Estado de derecho, la separación de poderes y la tolerancia de credos.
[10] corriente de pensamiento, un modelo teórico-explicativo de la realidad humana que ha servido como base ideológica de lo que se conoce como materialismo histórico y dialéctico, del comunismo y de los diferentes tipos de socialismos

viernes, 7 de abril de 2017

INTRODUCCION - CARACTERISTICAS DE LA MODERNIDAD

INTRODUCCIÓN
La Historia es una creación teórica del Hombre destinada a atrapar con el pensamiento el elemento más intangible y complejo de su existencia, el Tiempo.
Y el Tiempo es el océano donde transcurre la vida de los hombres, pero como los hombres no viven en solitario ni se desarrollan aisladamente, en ese océano temporal navega la vida de las sociedades, los pueblos, las civilizaciones.
La Historia lo que pretende es colorear ese océano de tiempo para poder observar en él el discurrir de las vidas humanas, a la manera de como se utiliza un medio de contraste en las modernas tecnologías médicas que intentan visualizar los secretos de la anatomía.
Del mismo modo la Historia intenta descubrir en el devenir del tiempo el comportamiento de las sociedades, diagnosticar sobre sus pasados, elaborar sesudas reflexiones sobre sus comportamientos, arriesgar teorías sobre sus motivaciones, manifestar juicios sobre sus resultados.
En fin, lo que intenta la Historia es comprender los cómo y los por qué de lo que ha sucedido.
¿Para qué?
¿Para qué comprender el comportamiento de los pueblos?
¿Para qué buscar explicaciones a los sucesos humanos que hoy son pasado?
La respuesta de la Historia es que la vida humana es básicamente un proceso inconcluso que aún hoy sigue su curso (aún frente a aquellos que pretenden ponerle teóricamente un final).
Nosotros, hoy, somos el producto social de aquellos que han sido, y que han sido aún en el pasado más remoto.
Las sociedades no son un lugar, sino que son un proceso humano e histórico, un proceso continuo, multivinculado, e inconcluso.
Continuo por ser permanente, multivinculado por la íntima relación de planos e inconcluso por su destino abierto.
Para explicar ese proceso continuo la Historia elabora diversas metodologías de análisis, una de ellas es la periodización y la otra es la formación de paradigmas, una y otra se relacionan íntimamente y funcionan didácticamente.
La periodización permite dividir el Tiempo en secciones (períodos) con sentido y lógicas propias, y cada período que se ordena sucesivamente contiene en sí mismo la explicación de lo que sucede en ese tiempo y espacio, y eso constituye un paradigma.
De tal manera, puede reconstruirse teóricamente la vida humana por medio de una sucesión continua de paradigmas, es decir, de esquemas teóricos que permiten explicarnos lo que sucede en un tiempo definido y mediante ese paradigma encontrarles sentido a los sucesos que en ese tiempo se desarrollan en todos los planos de la vida humana.
La periodización mediante paradigmas nos permite entonces explicar lo que sucede en una época, cualquiera sea la época que tengamos en consideración.
Así, el paradigma imperial nos permitirá entender la lógica política, militar y cultural de la Roma de los Césares, o el paradigma medieval comprender el comportamiento del campesino europeo del siglo XII, o el paradigma colonial darle sentido a los sucesos rioplatenses del 1700, o el paradigma imperialista clarificar la realidad social argentina de 1900, o el paradigma industrial capitalista informarnos sobre la realidad del trabajador del siglo XX.
De esta introducción se desprende una pregunta necesaria: ¿Si intentamos comprender nuestro presente a comienzos del siglo XXI, qué paradigma podemos utilizar como herramienta de análisis?
La respuesta está vacante.
Y esa ausencia de respuesta, resultado de la imposibilidad de seguir utilizando el paradigma hasta hace pocos años vigente del Capitalismo Industrial Avanzado, de la Cultura de la Modernidad y del Mundo Bipolar para entender nuestra realidad presente, la cual hace necesario reflexionar sobre la existencia de un Nuevo Paradigma, de un nuevo modelo teórico con el cual analizar lo que pasa hoy en nuestras sociedades, en nuestras vidas, en nuestros pueblos.
Las transformaciones que se han registrado en nuestro siglo en las áreas sociales, políticas, económicas y culturales son parte de la construcción de este Nuevo Paradigma, nos proponemos en el presente Curso diseñar un modelo teórico que permita analizar la realidad de nuestro mundo contemporáneo.
El final de siglo XX trajo innumerables novedades en la Historia humana: el fin del mundo bipolar con la caída de la Unión Soviética, la desregulación del sistema financiero internacional, la globalización económica en un mercado sin fronteras, el fenómeno de la deslocalización de empresas, la crisis de la cultura de la modernidad, el debilitamiento de las soberanías de los Estados Nacionales, el conocimiento como riqueza, la crisis del trabajo, la revolución tecnológica de las comunicaciones, el crecimiento de la injusta distribución de la riqueza, la crisis de la familia tradicional, la incertidumbre, la inseguridad, la desprotección, la aparición de la economía virtual, la información como poder, el aumento de la pobreza y la marginación, la existencia de una economía criminal global, la formación de sociedades duales, el fenómeno de la violencia urbana, la contracción espacio-temporal, la responsabilidad y la autonomía, el predominio de la libertad individual, el concepto directriz de Red, la reaparición de los nacionalismos y los fundamentalismos religiosos, el retorno del pensamiento mágico, la muerte de lo real, el reinado del deseo y el consumo, la estetización de la vida, la unión del arte y lo cotidiano, la extraterritorialidad del poder, la revolución genética, el advenimiento de la videosfera, la crisis de la representación política
Estas novedades que trajo el cambio de siglo, junto a muchas más que las complementan, hacen necesario construir un nuevo paradigma que permita relacionar lo que aparentan ser hechos aislados y que en verdad constituyen un entramado lógico y vinculado que se sostiene en su propio sentido, que constituye un paradigma.
Esto es lo que pretende este Curso, construir, como un rompecabezas teórico a partir de las piezas dispersas de nuestra realidad, un modelo de análisis de las transformaciones de nuestro mundo contemporáneo, un modelo que nos dé la posibilidad de adentrarnos en la experiencia más fascinante de la naturaleza humana: la reflexión racional sobre lo que nos pasa y hacernos, con el afán de encontrar respuestas, la más vieja y útil pregunta de nuestra especie, ¿Por qué?
Pero en este camino surge otra pregunta: ¿para qué?
¿Para qué establecer un Nuevo Paradigma de la vida social, política, económica y cultural de nuestro presente?
La respuesta a esta pregunta radica en la necesidad de establecer un marco de reflexión sobre la realidad que necesariamente debe recoger los profundos cambios que se han producido en los últimos 20 años en todos los ámbitos mundiales y que han hecho que el viejo paradigma que ha servido para explicar al mundo del siglo XX resulte muy obsoleto.
Pasamos de un paradigma en el que el hombre buscaba la utopía colectiva a uno nuevo en el que persigue el sueño individual.
El riesgo que se corre al no construir un nuevo modelo de reflexión es el de seguir encuadrando el pensamiento social en ese viejo paradigma lo cual arrojará inevitablemente errores de análisis, premisas falsas y conclusiones fallidas.
Pensar nuestra realidad en base al antiguo modelo de reflexión teórica constituye una situación que podemos comparar a mudarnos de casa, pero seguir comportándonos como si estuviéramos viviendo en aquella que hemos dejado atrás. Esto produciría la absurda situación de comer donde ahora está el living o dormir donde actualmente se encuentra el baño.
De la misma manera, analizar lo que sucede a nuestro alrededor a partir del viejo paradigma es circular erráticamente por un escenario desconocido. No podemos seguir pensando el mundo político con el espíritu de la Guerra Fría, así como no se puede observar el plano económico con la idea de que es la industria el motor de la economía, abordar nuestra cultura suponiendo que aún subsiste la idea racional de progreso o reflexionar sobre nuestra sociedad sosteniendo aún la existencia de lazos colectivos y coberturas estatales.
Afirmar que el viejo paradigma de pensamiento de las ciencias sociales está obsoleto no quiere decir que sus valores lo estén, sino que la realidad nos indica que esos valores han ingresado en un cono de sombras y que otros valores, distintos a aquellos, apuntalan la vida humana de nuestro tiempo.
No se trata aquí de establecer una cuestión moral sobre cuál de los paradigmas es “mejor”, sino de establecer pautas de pensamiento para comprender nuestro presente, que más allá de estar de acuerdo o no con él, es el que nos rodea.
En todo caso, si el presente no es el que deseamos y nuestra intención fuera transformarlo, no hay forma posible de hacerlo si no es mediante el conocimiento previo más preciso posible y el análisis más profundo, de manera autónoma; y no con el voluntarismo de suponer que el mundo debe ser lo que nosotros deseamos, de manera heterónoma.1
Estamos plantados frente a un nuevo Paradigma Económico, el que se observa una nueva fase del capitalismo que ha recibido de parte de los analistas diversos títulos como el de posindustrial, acumulación flexible, posfordista, informacional, inmaterial o cultural; y que consiste esencialmente en una reafirmación del modelo capitalista, pero que busca la acumulación de riqueza por vías novedosas utilizando para ello la emergencia de las nuevas tecnologías de la comunicación y la información (TICs) y el conocimiento a través de la afirmación de la ecuación Investigación + Desarrollo + Innovación (I+D)+I.
A este paradigma económico nosotros lo llamaremos Capitalismo Cultural, en base a la materia prima esencial con la que se produce la riqueza: la información; y a la desmaterialización del proceso productivo que pasa de tener su centro en la industria para transformarse en una economía de servicios que se hace presente en la mayor parte de nuestra vida cotidiana.
Y en esa desmaterialización los conceptos valen más que las cosas, la marca prevalece sobre el producto y el marketing se transforma en la expresión comunicativa de nuestro siglo. Esta economía que vende conceptos y cuyo eje central es la información, los servicios financieros tiene un impacto mayúsculo en los productores, y los trabajadores deben reformularse y adaptarse al cambio.
Es en este nivel micro del análisis económico donde descubrimos los conceptos de flexibilidad y desregulación como explicación del nuevo modelo de trabajo. De qué manera le economía, para volverse competitiva, debe buscar la máxima ganancia a partir de la reducción de costos (fundamentalmente salariales) poniendo a fluir la producción en lo que se llama deslocalización de las empresas, que buscan instalarse allí donde sus gastos de producción sean menores. Para este fin el planeta mismo es su límite vinculando a los trabajadores de todo el mundo en sus condiciones laborales.
El nuevo trabajo requerirá una adaptación del trabajador y las empresas, fundamentalmente el aliento a las adaptaciones flexibles, la autonomía de decisión y la toma de responsabilidad individual, horizontalizando las jerarquías. Un nuevo trabajo en el que la mujer asume un inusitado protagonismo y el desempleo se enseñorea como una realidad ineludible, como un fondo consolidado dentro del panorama del nuevo paradigma.
La visión del mundo de hoy también tiene su perspectiva Política. Para ello resulta fundamental dilucidar la cuestión del poder intentando responder a la pregunta básica de cualquier sociedad organizada: ¿Quién tiene el Poder?
El debate acerca de las transformaciones del orden global es básicamente un debate sobre el poder: ¿Quién lo detenta, ¿quién lo ejerce? Incluso, como dice Melanie Klein, quién lo encubre simulando que es un tema que ha dejado de importar.
En este marco la relación de dominio sigue presente, pero esta vez bajo la conducción de una Tríada de Poder global compuesta por los Estados Unidos, la Unión Europea y Japón, por encima de un concentrado poder económico compuesto por las corporaciones multinacionales. Recién debajo de estas capas de poder podemos encontrar la cuestionada soberanía de los Estados nacionales.
El nuevo paradigma ofrece una pluralidad de poderes frente a la crisis de la democracia y el debilitamiento de las representaciones políticas bajo el impacto del fenómeno de la corrupción y la política mediática.
Los medios masivos asumen el espacio vacío dejado por la política frente a la gente mientras el capital económico ocupa ese mismo espacio, pero en lo que hace al control de los verdaderos resortes del poder. Predomina el poder extraterritorial, donde los pocos con poder son observados por los muchos sin poder, en un modelo Sinóptico en el que prevalece la lógica del espectáculo como disciplinador y factor de control.
Frente a ello la política intenta retornar a sus viejas posiciones de poder insertándose dentro de los medios de comunicación, adoptando su lógica simbólica donde prima más la imagen que la idea, y convirtiéndose en un apéndice útil del poder económico para navegar hacia donde la lleva la marea del neoliberalismo globalizador del fin de siglo.
Pero este modelo político de observación de la realidad presenta un cambio esencial respecto de los anteriores, que es la lenta y progresiva pérdida de la hegemonía occidental y el correspondiente crecimiento de la importancia del mundo oriental, apuntalado en el Japón y el Sudeste Asiático y revitalizado por la pujanza del gigante chino y el creciente protagonismo de la India.
Tras ello nos introducimos en el análisis del escenario social del nuevo paradigma, la aparición de la llamada Sociedad Red.
Una sociedad asentada en un nuevo tipo de espacio, un espacio fluido y cambiante; y un nuevo tipo de tiempo, un presente perpetuo sin perspectiva lanzada al futuro ni raíces afirmadas en el pasado. El cambio del sentido de lo espacial y temporal, con la aparición de la llamada Ciudad Global, generando una red de megaciudades planetarias más conectadas entre sí que el centro de la ciudad con sus márgenes, que las ciudades capitales con el interior de sus naciones.
Estamos frente a una sociedad cuya composición cambia disolviéndose la vieja estructura piramidal de tres clases y apareciendo en su lugar una sociedad dual compuesta entre integrados y marginados, entre elites articuladas y masas fragmentadas, entre incluidos y excluidos, entre conectados y desconectados, entre territoriales y extraterritoriales. Una sociedad quebrada, sin lazos solidarios colectivos, resulta el escenario ideal para el incremento de la violencia urbana, entendiendo el fenómeno de la violencia urbana como un emergente de las condiciones que el nuevo tiempo impone, una violencia histérica y sin objetivo, inserta en el espíritu de precariedad que domina a la sociedad, insegura, desprotegida e incierta.
Y si de sociedad se trata no podemos eludir el fenómeno de cambio que afecta a su célula básica: la familia. El patriarcado, ese monumento social de la sociedad disciplinaria del capitalismo industrial, ha entrado en disolución a partir del deterioro que sufre el tradicional modelo familiar ante la reformulación del vínculo hombre-mujer, el creciente número de familias monoparentales o de individuos sin resguardo familiar, hechos que sumado a las nuevas definiciones de la sexualidad dan forma a nuevos modelos familiares.
Para comprender las transformaciones del nuevo siglo debe partirse del eje sobre la cual se disparan esos cambios: la nueva cultura, el nuevo Paradigma Cultural.
Una nueva forma de vida para las mujeres y hombres del siglo XXI, una nueva atmósfera cultural, ya no moderna, sino posmoderna o hipermoderna, dominada por el impulso del deseo, movilizada por la búsqueda de la satisfacción individual, sin verdades establecidas,
multicultural y diversa, tolerante y fragmentada, narcisista y hedonista, superficial y flexible, eterna en su presente perpetuo, efímera en su constante cambio, libre.
Un paradigma cultural que no puede desprenderse de la presencia imperativa de los medios de comunicación y su lógica de la imagen.
Finalmente restará abordar el costado ideológico del modelo de comprensión del mundo abrumado por el tan discutido concepto globalización, que básicamente significa un deterioro del poder de los estados y su pérdida de control sobre las políticas internas de las naciones.
Una globalización que al deteriorar la soberanía del Estado promueve la aparición de organizaciones sustitutas de estructura flexible y horizontal, típicas del formato de red, como las megaempresas transnacionales (CMN), las organizaciones no gubernamentales y las redes criminales como herramientas.
La crisis del estado que redunda en un crecimiento proporcional del poder del Mercado, con lo cual la práctica democrática de las decisiones cada vez goza de menos espacios. Este modelo ideológico se asume como un pensamiento sin alternativas, sin otra opción a la vista, un Pensamiento Único.
Pero esta doctrina que considera las transformaciones del nuevo siglo como una situación natural sin alternativas se enfrenta a comienzos del siglo XXI con diversos movimientos sociales de oposición, como el feminismo, el populismo de derecha, las guerrillas testimoniales, el espiritualismo, el ecologismo, los movimientos obreros, los nacionalismos y las manifestaciones globalifóbicas; lo cual augura que el paradigma no está cerrado, sino abierto a la construcción.
En este marco de un modelo ideológico que se pretende único y que convierte una comunidad de ciudadanos en una conjunción de consumidores que descree de las sociedades y pondera la autonomía individual de cada uno librado a su propia responsabilidad, los hombres y mujeres del nuevo siglo, aislados y fragmentados, intentan recuperar parte de su sentido de pertenencia afirmando sus identidades básicas ante el arrollador fenómeno de lo global, la hegemonía cultural a lo Hollywood y la macdonalización de la vida cotidiana. Indignados por una realidad que no es la que suponen mejor para sus necesidades e intereses recurren a nuevas formas de asociación para cambiar lo que se supone natural.
Los nuevos paradigmas de la transformación económica, política, cultural, social e ideológica dan forma a un modelo integral de reflexión, necesario para interpretar al mundo que nos rodea y arriesgar una comprensión racional de nuestro tiempo.
Armar este rompecabezas es el desafío, alcanzar una imagen reconocible al finalizar es el objetivo anhelado, avanzar luego en la reflexión del presente para transformarlo es el reto definitivo.
Reconstruir la acción del pensamiento crítico en tiempos de derrota de lo intelectual resulta el segundo paso en ese camino, diseñar un modelo en el cual reconocer el presente como herramienta teórica constituye el primero.

UNIDAD 1- LA CULTURA POSMODERNA

LA DECADENCIA DEL PARADIGMA SIGLO XX

Algunos puntos básicos que llevaron al viejo paradigma del capitalismo industrial avanzado, del mundo bipolar y la cultura de la modernidad a su desgaste y desaparición.
Entre ellos encontramos:
1.       La crisis de la cultura de la modernidad.
2.       La crisis económica que produjo la decadencia del industrialismo, modelo industrial avanzado.
3.       La decadencia del Estado de Bienestar, lo cual significa la decadencia de la Política y el reinado de la Economía.
4.       La revolución de la tecnología de las comunicaciones, como avanzada de un profundo cambio tecnológico que sacude las estructuras productivas del modelo.
5.       La caída del bloque socialista y la posterior desaparición de la Unión Soviética.

CRISIS DE LA CULTURA MODERNA
El MARCO CULTURAL constituye la forma de vida de una sociedad y sobre ese marco se construyen los modelos económicos, las estructuras sociales y los sistemas políticos.
El marco cultural del viejo paradigma es el que tomó el nombre de Modernidad.
El pensamiento moderno hace su aparición durante el Renacimiento (siglo XV), cuando el Hombre vuelve a pensarse como centro del mundo y se aleja de los preceptos religiosos que comandaban la vida en el medioevo.
La Modernidad que nace con pensadores como MAQUIAVELLO y artistas como MIGUEL ANGEL, afirma la voluntad humana por sobre todas las cosas, quebrando el espinazo del pensamiento mítico, mágico y religioso que había prevalecido desde los inicios de la historia humana.
A partir del SIGLO XV comenzará a tomar forma un pensamiento basado en la razón humana sin intervención de factores míticos o religiosos, y esta vertiente alcanzará su concreción en los pensadores iluministas del siglo XVII-XVIII.
HOBBES, HUME, LOCKE, ROUSSEAU, entre otros, intentaban iluminar con su razón la realidad humana y comenzaron a reflexionar sobre las diversas formas que se da el hombre con su voluntad para organizarse en sociedad, construyendo el primer modelo de pensamiento político moderno: EL LIBERALISMO.
La clase en ascenso por aquel entonces, SIGLO XVIII, era la BURGUESÍA que luchaba por conseguir los privilegios de LOS NOBLES aún en el poder que estaban cuesta abajo.
Y la burguesía impulsaba un nuevo modelo económico apuntalado en la Primera Revolución Industrial: el incipiente CAPITALISMO INDUSTRIAL.
De tal modo el PENSAMIENTO MODERNO DEL LIBERALISMO se enlazaba íntimamente con el modelo económico capitalista a través del ESLABÓN DE LA BURGUESÍA.
Corría el SIGLO XIX cuando se produjo EL TRIUNFO final de este SECTOR BURGUÉS LIBERAL-CAPITALISTA dando forma a UNA CULTURA SÓLIDAMENTE INSTALADA EN OCCIDENTE, LA MODERNIDAD.
Esa cultura de la modernidad continuó su camino hasta mediados del SIGLO XX para juntarse con el modelo industrialista, pero paradójicamente, llega a este punto debilitado, anémico.

¿CUÁLES ERAN LOS PILARES DE LA CULTURA DE LA MODERNIDAD?

Fundamentalmente la CONFIANZA EN LA RAZÓN Y EL PROGRESO.
Confiar en la razón era suprimir toda otra pauta de comportamiento para hacer frente a los problemas. No ERA NI LA FE NI EL DESEO lo que pondría al Hombre en camino de su realización, sino la férrea VOLUNTAD DE LA RAZÓN.

EL ILUMINISMO alumbraría dos teorías básicas que aspiraban a ordenar la realidad humana desde la razón. Una EL LIBERALISMO, otra EL MARXISMO, la primera tuvo su nacimiento oficial con la REVOLUCIÓN FRANCESA DE 1793, la segunda con la publicación del MANIFIESTO COMUNISTA EN 1848.
Ambas teorías, ambas ideologías, son hijas de una misma madre: LA RAZÓN y ambas doctrinas son hijas de un mismo padre: EL ILUMINISMO, y ambas doctrinas levantan LA MISMA FE: EL PROGRESO. Ambas ideologías se desarrollarán de forma paralela y pasarán a disputar el protagonismo histórico durante un siglo.
Básicamente la disputa entre liberalismo y marxismo es la disputa entre dos verdades, y ya se sabe que la razón (como la fe) solo admite una verdad.
Porque el pensamiento racional es el que da origen al pensamiento científico y el objeto de la ciencia es llegar a LA verdad, LA MODERNIDAD ES UN TIEMPO QUE ASPIRA A ALCANZAR LA VERDAD. Incluso sus doctrinas políticas, liberalismo o marxismo, se suponían ambas poseedoras de la verdad.
Y en esa disputa circuló el quehacer intelectual durante la vigencia del viejo paradigma. Así como un poder político bipolar se repartía el mundo, una bipolaridad intelectual se repartía el universo de las ideas.
En el viejo paradigma no había lugar para lo gris o lo relativo: o se estaba de un lado o se estaba del otro.
Era una verdad que EL HOMBRE SE REALIZABA POR SU TRABAJO, una verdad asumida tanto por el liberalismo como por el marxismo, y el trabajo era un verdadero credo. Y el sistema del viejo paradigma así lo reflejaba mediante su organización laboral vertical disciplinaria.
Porque esta sociedad era una SOCIEDAD DISCIPLINARIA, donde las normas establecían las funciones y roles de cada agente social, en la que existían guías, y los mapas para recorrerla eran claros y consistentes.
No había lugar en el viejo paradigma para las aventuras intelectuales personales que rompieran el molde establecido, y la vida misma, la vida diaria, también respondía a este molde disciplinario donde cada quien sabía qué era lo que tenía que hacer. Una normatividad social por todos aceptada que dejaba en claro la diferencia entre lo correcto y lo incorrecto, lo bueno y lo malo. Una normatividad social respetada como esencia de la solidez de los lazos sociales que unifican la comunidad, el Pacto Social. Una normatividad social que privilegia el interés común por encima de los intereses individuales, en la búsqueda de la totalidad.
No estamos hablando aquí de autoritarismo sino de disciplina social, una organización normativa que reparte premios y castigos.
Otra de las características que asume LA VERDAD es que resulta Universal, se trata de una forma de vida dominada por una MORAL UNIVERSAL.
La LIBERTAD es una verdad universal, la IGUALDAD es otra verdad universal. Liberalismo y marxismo disputarán sobre qué interpretan cada uno de la palabra Libertad y de la palabra Igualdad, pero ni liberalismo ni marxismo dejan de reconocer a ambos conceptos como verdades.
La modernidad no aspira a la diferencia sino a un destino común para todos, un destino de progreso, el camino de la utopía, la visión en el futuro.
Y es el PROGRESO el otro elemento ESENCIAL DENTRO DE LA CULTURA DE LA MODERNIDAD.
El Progreso se entiende como el destino ineludible que le espera a la Historia Humana, significa que la Historia del Hombre siempre sigue una línea en dirección hacia delante y hacia arriba, una flecha lanzada en diagonal hacia el cielo sería la figura exacta de lo que le espera al futuro humano, y esa palabra, Futuro, es la que se relaciona íntimamente con el Progreso, un progreso siempre fogoneado por la acción de la Razón expresada en la ciencia.
Si el Progreso es el destino ineludible del Hombre, como pensaba el viejo modelo cultural, al Hombre le espera un futuro mejor y ese futuro llegará, no como un regalo de Dios sino como consecuencia de la razón humana.
Por eso el Hombre de la modernidad proyecta, piensa en su futuro, realiza sus actos con ese objetivo, incluso resigna el presente en pos de ese futuro mejor que le espera, pospone, no se entrega al deseo.
Y en esa búsqueda de Futuro, el hombre de la modernidad rescata el Pasado como escalón esencial de la escalera del Progreso, porque para subir hacia el mañana es necesario asentarse firmemente en el escalón previó del ayer. En ese tránsito el hoy es simplemente un momento de paso.
Pero la modernidad tiene un costado rebelde y transgresor, y ese costado rebelde se observa tanto en el liberalismo como en el marxismo.
LA MODERNIDAD NO ES UNA ÉPOCA DE TRANQUILIDAD, SINO UN TIEMPO DE EFERVESCENCIA, DE LUCHA, de revolución.
Cuando la modernidad apunta al progreso para asegurar el mejor destino de la humanidad, a lo que apunta es al cambio y la transformación.
Y el ícono fundamental del cambio es LA REVOLUCIÓN.
La REVOLUCIÓN POLÍTICA es entendida POR LOS MARXISTAS como la voluntad racional de los pueblos que puede llevarlos al poder mediante LA ACCIÓN LIBERADORA DE LAS ARMAS.
La lucha armada es una realidad durante el viejo paradigma, porque la lucha armada lo que hace es resignar el presente en busca del futuro.
Pero no solo en el marxismo la palabra revolución resulta un factor esencial, sino también en el LIBERALISMO, en el que la incesante revolución de la estructura económica era desde adentro, por parte del mismo sistema capitalista.
De este modo LA IDEA DEL CAMBIO FORMA PARTE ESENCIAL DEL VIEJO PARADIGMA, pero a diferencia de la concepción del cambio que veremos adopta el modelo cultural del siglo XXI, EL CAMBIO DE LA MODERNIDAD ES SIEMPRE UN CAMBIO HACIA DELANTE, UN CAMBIO HACIA EL PROGRESO.
Lo que guía entonces la acción durante la vigencia del viejo paradigma es la razón, y este factor nos afirma la preponderancia de lo político (como aplicación de las Ideas en la organización social). La idea por delante de la realidad, incluso la idea desafiando a la realidad. Es decir, LA POLÍTICA CONSTRUYENDO LA REALIDAD.
Y esto se verifica en el Estado de Bienestar que rige al viejo paradigma del capitalismo industrial avanzado.
El Estado (la política) se encuentra por sobre los otros factores de poder, el Capital y el Trabajo, los domina y los dirige. Es la Política, son las ideas, las que rigen el mundo. En el nuevo paradigma el reinado lo pasa a ocupar el mercado económico.
Dentro de los paradigmas de análisis de la realidad del siglo XX el de la cultura de la modernidad es el que más tempranamente comenzará a desvanecerse.
Mientras LA ESTRUCTURA ECONÓMICA Y SOCIAL DEL CAPITALISMO INDUSTRIAL AVANZADO RECIÉN ENTRARÁ EN DECADENCIA A PARTIR DE LOS AÑOS 70 y EL MARCO POLÍTICO de la Guerra Fría EN LOS AÑOS 80, el ELEMENTO CULTURAL DEL VIEJO PARADIGMA ya mostrará SIGNOS DE AGOTAMIENTO A PARTIR DE LOS AÑOS 50 DEL SIGLO XX.

El modelo cultural de la modernidad entrará en crisis, y ese declive comenzará a partir de los años 50 en las artes, para acompañar un cambio sustancial de la sociedad a partir de los años 70 y 80 configurando lo que hoy se conoce como Cultura Posmoderna o Hipermoderna, o sea, la nueva cultura del siglo XXI.